A veces ocurre,
que a las letras les entra el frío; que las Collalbas, siguiendo su instinto, levantan
el vuelo y se dirigen hacia lugares más cálidos.
Llegué aquí para
hablarte de mis latidos y mis infartos, de mis flores, de mis paraguas, de mis “ahora”,
de mi maleta, de mí… De mis bucles y mis líneas, en definitiva.
Hoy siento que
este espacio pertenece ya más a la muerte que a la vida, que ha llegado el
momento de dejarle morir.
Cierro la puerta agradecida a todos los que habéis entrado, a los que os habéis quedado conmigo compartiendo ese agradable olor a café recién hecho y a los que habéis sabido, sin duda, sentirme entre líneas.
Gracias, de corazón.
Solo espero que, mientras los años siguen envejeciendo, este blog se impregne de ese olor a cerrado tan característico de las tumbas. Que así sea.